jueves, 6 de mayo de 2010

Una pantalla para los excluidos

Página/12

Jueves, 6 de mayo de 2010

CINE

Una pantalla para los excluidos

El documental Al margen de la basura, del cineasta brasileño Evaldo Mocarzel, obtuvo el Premio al Mejor Largometraje de la XII edición de la muestra, que concluyó ayer. El film pone el foco en el trabajo de los cartoneros paulistas.

Por Oscar Ranzani

Un cartonero paulista sale todos los días con su carrito por las calles de la ciudad brasileña a recolectar papeles, botellas de vidrio, latas de gaseosas, placas de aluminio y otros objetos reciclables. “La gente piensa que lo que para ella es basura, para todos es lo mismo, pero para nosotros es material de trabajo”, dice ante la cámara del cineasta brasileño Evaldo Mocarzel, director del documental Al margen de la basura, flamante ganador del Premio al Mejor Largometraje de la XII edición del Festival Internacional de Cine de Derechos Humanos DerHumALC, que concluyó ayer.

El cartonero cuenta que comenzó a trabajar con la basura reciclable en 1989, cuando viajó desde Bahía a San Pablo, después de haber vivido situaciones muy difíciles que lo llevaron a tener que dormir en la calle. Una vez que comenzó a recoger material con su carrito, se enteró acerca de la mejor manera de venderlo; reconoce que, desde que trabaja como cartonero, logró mejorar la vida de sus hijos. Una revancha de la vida, dice, ya que cuando era niño, él pasó muchas necesidades. Este hombre –del que el documental no da el nombre– es uno de los numerosos testimonios del film. Lejos de sentirse víctimas, ellos proclaman: “No somos pobrecitos, ¡somos trabajadores!”. El documental de Mocarzel sigue dos líneas: por un lado, la individual, con los testimonios de cada uno de los cartoneros, y en paralelo, la colectiva, ya que se ven imágenes de asambleas que realizan estos trabajadores nucleados en cooperativas, a través de las cuales buscan la manera de mejorar la calidad de su tarea y la reivindicación de sus derechos. A pesar de que su trabajo es legal, siguen teniendo problemas con la policía y sufren la discriminación de parte de la sociedad. Cualquier semejanza con la ciudad de Buenos Aires no es casualidad: es parte de un sistema que expulsa a los más vulnerables.

“La película, de lograda poética cinematográfica, visibiliza el proceso de organización de los recolectores paulistas y la recuperación de la dignidad e identidad a través del trabajo”, consideró el jurado de la Competencia de Largometrajes, integrado por Ana Cacopardo, Alfredo Scaglia, Hugo Gamarra, Elisabetta Riva y Marcelo Schapces. El jurado también destacó que Al margen de la basura “retrata a personajes que recuperan su autoestima y construyen una fuerte identidad política alrededor de los principios solidarios de una cooperativa que los convierte en actores capaces de protagonizar un proceso de cambio social. Evoca una metáfora donde el sujeto social (los excluidos) resignifica aquello que la sociedad industrial desecha y lo transforma en la plataforma de su inclusión como trabajadores con voz e interlocución propia”.

“La idea era seguir el recorrido y la cotidianidad de los recolectores y reflexionar acerca de su trabajo y, a la vez, mostrar cómo se agrupan en las cooperativas”, dice Willem Dias, guionista y montajista del documental y receptor del premio de tres mil dólares aportado por el Inadi. “La idea no era darles la voz a las corporaciones: los momentos en que éstas aparecen son aquellos en los que se ven las máquinas, porque las corporaciones son más impersonales y tienen pocos trabajadores: son tres o cuatro que manejan todas las máquinas”, recalca Dias acerca de uno de los aspectos más interesantes del film, desde el punto de vista visual: las tomas del proceso de reciclaje con máquinas industriales. Otro de los aciertos del film de Mocarzel radica en la elección de los protagonistas, que iluminan la pantalla con testimonios cargados de esperanzas y sueños de progreso. “El director ya conocía un poco el ámbito de algunas cooperativas ya que desde su trabajo anterior, Al margen del cemento, que enfocaba sobre los sin techo, tenía algunos contactos”, comenta el guionista.

Hubo dos menciones en la Competencia de Largometrajes. Una de ellas fue hacia Ojos bien abiertos, viaje por la Sudamérica de hoy, de Gonzalo Arijón, quien abordó la actual situación social, política y económica del continente. La otra mención fue para el documental mali-estadounidense Mrs. Goundo’s daughter, codirigido por Barbara Attie y Janet Goldwater, quienes investigaron el caso de una inmigrante de Mali que pidió asilo en Estados Unidos para evitar que su hija de dos años sufriera la mutilación de sus genitales, una práctica ritual de su país.

El jurado de la Competencia de Corto y Mediometrajes, integrado por Aline Herlaut, Claudio Morgado y Benjamín Avila, otorgó el primer premio (material de 16 mm) al documental francés Umoja, el pueblo prohibido a los hombres, de Jean Crousillac y Jean Marc Sainclair: el film indaga en la terrorífica situación de 1600 mujeres de la comunidad Samburu (norte de Kenia) que fueron violadas por soldados británicos entre 1970 y 2003. Al igual que en la competencia de los largos, hubo dos menciones: Qué verde fue nuestro valle, documental iraní que relata la amenaza que sufren 63 pueblos originarios por un proyecto hidroeléctrico en el río de la zona donde viven. La segunda mención recayó en Morir en la abundancia, del griego Yorgos Avgeropoulos, quien investigó el funcionamiento del mercado de granos en manos de un oligopolio. Finalmente, el premio Signis fue para Los condenados, del director catalán Isaki Lacuesta, quien a través de una ficción plantea una discusión sobre la legitimidad de la lucha armada.

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